Reflexión
Jardín cosmopolita es la nueva propuesta de Luces de Barrio, con la que pretendemos continuar explorando espacios de coexistencia entre la naturaleza y la sociedad en la ciudad.
Una deriva que, en esta ocasión, nos llevará a iluminar la vegetación urbana de Sevilla a través de la luz cosmopolita que desprendió la primera vuelta al mundo. Ahora bien, ¿Cuál es la conexión entre este viaje mítico y el jardín urbano de Sevilla?
Por definición un jardín es un espacio cercado donde dialogan la Cultura y la Naturaleza. El viaje de Magallanes-Elcano evidenció que la Tierra era un espacio limitado, finito, y así generó la posibilidad de contemplarla como jardín. Desde esta perspectiva, en la nueva cartografía aparecían seis grandes parterres, extensos como continentes, poblados de plantas y animales singulares separados por grandes regiones acuáticas.
Esta vinculación entre el viaje y el jardín no es tan ingenua como aparenta, puesto que en el origen del viaje se encontraba el deseo de llegar a las especias de las Molucas a través de una ruta alternativa, y al final del mismo hacia 1522, la nao Victoria aparecía de vuelta en Sevilla cargada con 381 sacos de especias, como si de un “arca botánica” se tratara.
De esta forma, Magallanes aflora en la historia como una suerte de explorador-jardinero cuya aventura intensificará, en adelante, la aparición de paisajes nómadas, mestizos, formados por la superposición de especies locales y foráneas según las nuevas y crecientes conexiones entre lugares lejanos, provocando así, una suerte de evolución cultural de la naturaleza.
Evidentemente, este proceso de intercambio y difusión botánica no era nuevo, sin embargo, el viaje de Magallanes-Elcano provocó una aceleración sin igual, cuyas consecuencias sobre la gastronomía, la economía, la ciencia o la cultura aún podemos percibir en la actualidad y que bien podríamos asociar al inicio de la globalización y con ella, a la emergencia de una concepción cosmopolita del planeta. Sin embargo, como la otra cara de una moneda, las nuevas certidumbres sobre la dimensión y esfericidad de la tierra también permitió incubar una incipiente concepción ecológica, que con el tiempo ha desembocado en propuestas tan fértiles como el “jardín planetario” de Gilles Clément, que explora el rol de la humanidad en la preservación de la diversidad planetaria.
Desde esta perspectiva, reflexionar sobre el origen y la diversidad del jardín urbano no solo es una oportunidad para repensar la dimensión cosmopolita del viaje sino, también los grandes desafíos ambientales que acechan actualmente a nuestras ciudades, como la adaptación al cambio climático o la pérdida de la diversidad. Después de todo, la mayor parte de la población habita en las urbes, y es en ellas donde se consumen la mayor parte de los recursos y donde se produce la mayor parte de los residuos. Así que, quizás, lo propicio para darle una vuelta al mundo hoy, sea darle una vuelta a la ciudad. Ahora bien, ¿qué tipo de cartografías podrían ayudarnos en esta travesía?
Volviendo la vista atrás, hace cinco siglos Sevilla no solo aparecía como el origen y conclusión del mítico viaje, también lo hacía como referencia de la producción cartográfica a escala global, siendo punto de encuentro de geógrafos, aventureros y exploradores como Colón, Juan de la Cosa, Oviedo, Hernández, Rui Faleiro o Magallanes. Desde esta perspectiva, Sevilla fue un lugar para el desvelamiento de otros lugares. El espacio donde emergía un mapa compilado fragmento a fragmento, viaje a viaje, y cuyo objetivo último era revelar lo que, hasta entonces, era una Terra incognita, entre otras cosas, repleto de especies exóticas.
Curiosamente, este mapa afloraba en una ciudad sin apenas vegetación en sus calles. Paradójicamente, ahora podemos encontrar en ellas multitud de especies que antes se hallaban en continentes distantes, aunque no hay rastro de mapa alguno. En una inversión fatal, la ciudad misma parece ser ahora una Terra incognita sin memoria.
Por ello, si las especias lejanas y su control fueron el deseo de las cartografías de la era de los descubrimientos, la vegetación que nos rodea y sus posibilidades para regular las condiciones de habitabilidad urbana debieran ser uno de los imperativos de las nuevas cartografías en la era de las ciudades.
Un reto este también compartido por instituciones, gobiernos y la propia sociedad civil sevillana, como muestra la controversia surgida alrededor de la tala programada de 3.000 árboles durante el verano de 2018, y que desveló el interés creciente de la ciudadanía por la representación y gestión de la vegetación urbana hasta llegar a situarla en el centro del debate público.
Atendiendo a estas circunstancias, proponemos generar un espacio de reflexión y acción para que instituciones, ciudadanos, artistas, diseñadores, y científicos exploren colectivamente nuevas vías para representar y repensar la vegetación urbana a través de una obra cartográfica participativa. Una propuesta basada en la generación de certidumbres científicas, pero también en la creación de nuevos relatos culturales que permitan hacer aflorar una sensibilidad renovada e integradora que nos sirva de guía para generar nuevos pactos entre la sociedad y la naturaleza.
Si puedes mirar, ve. Si puedes ver, repara.
JOSE SARAMAGO
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REFLECTION
'Jardín Cosmopolita' is the new proposal of Luces de Barrio, in which we continue exploring spaces of coexistence between nature and society in the city. This time, the intention is that it will allow us to illuminate the urban vegetation of Seville through the cosmopolitan light that the first trip around the world emitted. Now let’s see, what is the connection between this legendary journey and the urban gardens of Seville?
By definition, a garden is an enclosed space where culture and nature converse with one another. The expedition led by Ferdinand Magellan and Juan Sebastián Elcano, which completed the first circumnavigation of the Earth, proved that it was a limited, finite space, thus inciting the possibility of contemplating it as a garden. From this perspective, in the new map there were six large flower beds, as extensive as continents, populated by plants and unique animals separated by large bodies of water.
This connection between the journey and the garden is not as naive as it seems, seeing as at the beginning of the trip the explorers planned on reaching the spices of the Moluccan Islands via an alternative route, and at the end of the trip, around 1522, the nao Victoria appeared back in Seville, loaded with 381 sacks of spices, as if it were a “botanical ark”.
In this way, Magellan surfaces in history as a sort of explorer-gardener whose adventure intensified, from then on, the appearance of nomadic, mestizo landscapes, formed by the overlap of local and foreign species as new and growing connections between distant places formed, thus provoking a kind of cultural evolution of nature.
Obviously, this practice of botanical exchange and distribution was not new. However, the Magellan-Elcano trip accelerated the process in an unprecedented way, with consequences for gastronomy, economy, science and culture which can still be perceived now, and that we could associate with the beginning of globalization and with it, the emergence of a cosmopolitan conception of the planet. Nevertheless, on the other side of a coin, the new certainties about the dimensions and spherical properties of the Earth also allowed the hatching of an emerging ecological concept, which over time has led to proposals as fruitful as Gilles Clément’s “planetary garden”, which explores the role of humanity in the preservation of planetary diversity.
From this point of view, reflecting on the origin and diversity of the urban garden is not only an opportunity to rethink the cosmopolitan dimension of the journey, but also the great environmental challenges that currently haunt our cities, such as adaptation to climate change or loss of diversity. After all, most of the population lives in cities, and it is inside them where most of our resources are consumed and where most of our waste is produced. So, maybe, the best way to make a trip around the world today is to go around the city. Now, what kind of maps could help us on this journey?
Looking back, five centuries ago Seville not only appeared as the origin and destination of the legendary voyage, but also as a reference for cartographic production on a global scale, serving as a meeting point for geographers, adventurers and explorers such as Columbus, Juan de la Cosa, Oviedo, Hernández, Rui Faleiro and Magellan. From this angle, Seville was a place for the unveiling of other places, the space where a map, compiled piece by piece, trip by trip, was emerging, and whose ultimate goal was to reveal what, until then, was a Terra Incognita, full of exotic species, among other things.
Interestingly, this map came to appear in a city with very little greenery in its streets. Paradoxically, we can now find there a multitude of species that were previously found on distant continents, although there is no trace of any map. In an unfortunate twist of fate, the city itself seems to be a Terra Incognita without memory.
For this reason, if the distant spices and their regulation were the desire of the cartographies in the era of discoveries, then the vegetation that surrounds us and its potential to regulate the conditions of urban liveability should be one of the imperatives of the new cartographies in the era of the cities.
It is a challenge also shared by institutions, governments and Sevillian civil society itself, as shown by the controversy surrounding the scheduled felling of 3,000 trees during the summer of 2018, which revealed the growing interest citizens have in the representation and management of urban vegetation, to the point of arriving at the centre of public debate.
Due to these circumstances, Jardín Cosmopolita proposes creating a space for reflection and action so that institutions, citizens, artists and design and science professionals can collectively explore new ways to represent and rethink urban vegetation via participatory, cartographic work. It is therefore a proposal based on the creation of scientific certainties, but also on the creation of new cultural stories that bring out in us a renewed and integral sensitivity towards the nature that surrounds us.
If you can look, see. If you can see, repair.
JOSÉ SARAMAGO